(Madrid).- Se estima que el coste anual global de los pacientes con artritis reumatoide (AR) supera los 1.120 millones de euros, una cifra que podría ir en aumento si no se empieza a poner soluciones. Sin embargo, el impacto en la calidad de vida de los pacientes es aun más preocupante. El presidente de la sociedad, José Luis Andréu Sánchez, ha analizado estos datos con GM, además de los principales avances que se están dando en la especialidad.

Hablamos de 1.120 millones de euros, una cantidad nada desdeñable para comenzar a poner soluciones...
Es un gasto enorme, pero tampoco debemos perder de vista lo que implica en impacto en calidad de vida de una población que está en el momento vital más importante de la vida de los individuos, los 30-40 años. Hoy por hoy no podemos evitar que los pacientes desarrollen artritis reumatoide, pero sí podemos prevenir.

Y el diagnóstico precoz es un claro objetivo también?
El diagnóstico precoz y un tratamiento temprano con fármacos capaces de modificar el curso evolutivo de la enfermedad son fundamentales para modificar el pronóstico. Cuando diagnosticamos y comenzamos a tratar una AR en las primeras 12 semanas lo habitual es que la enfermedad entre en remisión y aunque no se pueda hablar de curación, sí se puede hablar de control completo.

Entre los principales avances de esta patología cabe destacar optimización del uso de los fármacos convencionales, y el advenimiento de numerosos agentes biológicos...
Efectivamente. A partir de 2000 comenzaron a aparecer agentes biológicos que bloqueaban dianas específicas. Esto supuso un valor intrínseco en sí mismo, porque pacientes a los que no podíamos seguir de ninguna manera comenzamos a controlar la actividad de la enfermedad. Además gracias al advenimiento de estos tratamientos, otro fármaco químico, en concreto el metrotexato que antes utilizábamos en unas dosis subóptimas, ahora lo utilizamos en dosis adecuadas, lo que tiene grandes beneficios para el paciente .

Los biosimilares tienen un papel activo en la especialidad, ¿cómo está siendo su incorporación en el SNS?
Depende de las zonas. La mayoría de los hospitales está dejando que sea el binomio médico-paciente el que decida qué diana bloquear y con qué agente. En otros hospitales, debido a medidas economicistas, se ha impuesto la utilización de un agente determinado. En este sentido, para la SER no es algo correcto, y pensamos que la legislación española impide la sustitución automática de un agente innovador por su biosimilar. Pero en cualquier caso creemos que es algo bueno, ya que va a mejorar la eficiencia del sistema y vamos a poder tratar a los pacientes a un menor coste. Como sociedad nos interesa. Es importante que la introducción del biosimilar se haga con la autorización del médico y el paciente porque va a asegurar que sea una introducción razonable, y que el paciente sepa que va a ser tratado con ese agente determinado.

Y qué dice la experiencia clínica?
Llevamos ya unos meses con ellos. La Agencia Europea del Medicamento ya había certificado que son agentes seguros y eficaces similares en todo al innovador. Está claro que para el paciente que comienza un nuevo tratamiento con un agente ‘a’, y hay un ‘a’-biosimilar más económico, pues es muy razonable utilizarlo.

De la investigación a la gestión. Como presidente de la SER, ¿qué retos se ha planteado para los próximos años?
La Sociedad Española de Reumatología, actualmente, es la principal proveedora de formación de calidad para reumatólogos y profesionales afines y en este sentido, nuestro reto es seguir avanzando y aportar una formación médica clara y fértil para seguir disfrutando de la misma reumatología de excelencia como la de ahora.

Hablando de excelencia, la SER acaba de firmar un convenio de colaboración con Wecare-u, ¿un paso más en calidad y la formación?
Efectivamente. Es un acuerdo en el que ambas partes saldremos beneficiados. Como sociedad nos interesa comunicar a la población qué hacemos, qué proyectos están en marcha, y por otra parte, la SER puede perfilar muy bien los requisitos de calidad que los Premios BiC representan. Es algo fundamental en un contexto donde lo que no se evalúa se devalúa, y la cultura de evaluación continua y del benchmarking tiene que penetrar en el sistema sanitario.

Una cultura de evaluación que parece que no acaba de arrancar en el SNS...
No existe. A nivel de medicina de consultas externas, es verdad que en consultas hospitalarias, hay comunidades que sí que han hecho esfuerzos por publicar datos de salud, pero realmente en asistencia ambulatoria no hay evaluación de resultados en salud, algo tan necesario para poder comparar. Es responsabilidad de la Administración, asesorada por profesionales de la salud, pero es imprescindible hacerlo ya.

Estamos ya a las puertas de la XI Edición de los Premios BiC, ¿qué suponen estos galardones como herramienta de mejora de cara a un servicio hospitalario?
Son fundamentales. Ser los mejores de la clase es un honor, pero los que se quedan a las puertas tienen un listado de oportunidades de mejora, y analizar las fortalezas y debilidades es importante. Además estos datos pueden ser el pretexto para que gestores y Administración se conciencien de cara a impulsar a los servicios que lo precisan.