(Madrid).- El presidente electo de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) y jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Vall d’Hebron, Josep Tabernero comenta las novedades que se presentarán en el congreso internacional que se celebra en Madrid.

Este año el Congreso de ESMO vuelve a Madrid, ¿Qué podemos esperar de este encuentro?
Estamos hablando del congreso internacional más importante en el ámbito del cáncer. ESMO es una sociedad multidisciplinar, con miembros de todos los ámbitos de la oncología y para mí, siendo español, es un orgullo que sea la segunda vez que se celebra en Madrid. Estamos hablando de que durante el encuentro se presentarán avances en todos los aspectos; prevención, diagnóstico, tratamiento; lo que supone una gran noticia tanto para pacientes y para los profesionales. Veremos avances en el campo de la inmunología en tumores para los que estos tratamientos hasta ahora no eran habituales y que pueden responder muy bien, nuevos enfoques terapéuticos, cada vez más medicina personalizada y de precisión y veremos también datos muy innovadores de otros tipos de tratamientos, como pueden ser los quirúrgicos o los de diagnóstico. Hemos incorporado resultados de última hora hasta dos semanas antes del inicio del congreso, siendo la única sociedad en el mundo que lo hace.

Precisamente el acceso a estas innovaciones será otro de los asuntos a tratar durante el encuentro, ¿no?
Es muy importante pensar en el acceso de los pacientes, y no solo en países desarrollados. Nuestra sociedad se ha involucrado de una forma intensa en promocionar el acceso a los tratamientos oncológicos, y para ello trabajamos de cerca con organismos como la Comisión Europea, la EMA o la OMS. El reto ahora es colaborar más estrechamente con cada gobierno nacional, aunque es un aspecto más complicado.

Da la sensación de que en este nuevo paradigma de búsqueda de sostenibilidad los clínicos han tenido que ser autodidactas, ¿Cree que se les ha apartado del debate?
Sí. Es necesario recordar que somos una pieza clave porque nuestra actividad se desarrolla en torno a la enfermedad. No tenemos el conflicto de presupuesto de los organismos reguladores, ni la necesidad de obtener el beneficio que pueden tener las compañías farmacéuticas; los clínicos estamos en medio, somos profesionales muy consecuentes y siempre hemos buscado facilitar ese diálogo abierto. Me siento muy orgulloso porque esa participación entre todos los agentes, el sentarnos a debatir sobre el precio justo o sobre el reembolso justo adaptado al nivel económico de cada país son conceptos que hemos establecido nosotros.

Entonces, ¿dónde cree que esta el fallo en este diálogo?
Lo hemos hecho demasiado tarde. Vivíamos en un entorno económico en el que pensábamos que todo iba bien y que no importaba incrementar la deuda, y nos hemos dado cuenta de que no puede ser. Ahora tenemos que pensar en función del valor, y es algo que se debe aplicar a todos los ámbitos de la vida.

Y qué papel pueden jugar los biosimilares en la búsqueda de mejorar ese acceso?
Es fundamental. Los biosimilares han llegado para quedarse y es una alternativa terapéutica que va a favorecer la accesibilidad y como sociedad debemos promover la educación, tanto entre los propios clínicos, como entre los pacientes. Debemos interaccionar con las autoridades regulatorias para asegurar que tanto el proceso de investigación y desarrollo sea el adecuado, como que el proceso de aprobación se realice de forma correcta. Si queremos introducir nuevas armas terapéuticas hay que hacer que los tratamientos que ya han salido de patente puedan tener alternativas con biosimilares.

Hablaba antes de inmunoterapia, de medicina de precisión, ¿En qué punto se encuentra la investigación en estas áreas?
Estamos en un punto muy favorable en el que ya conocemos la dimensión de la tragedia. Los avances hasta ahora nos hacían ver aspectos nuevos del cáncer, como el dinamismo, la evolución, los subtipos... y es ahora cuando comenzamos a ver la dimensión, lo que nos permite ser más efectivos para tomar soluciones altamente favorables. Todo esto se produce gracias al conocimiento de la biología. La biología molecular nos ha permitido conocer bien los diferentes tumores, como se vuelven resistentes, como podemos aplicar medidas preventivas, epidemiología molecular, etc. Estamos en un momento muy favorable y hay que transmitir un mensaje de tranquilidad y ánimo porque aunque estamos registrando un pequeño incremento de la incidencia está bajando enormemente la mortalidad.

Hablando de avances; precisamente se acaba de aprobar la primera terapia génica, ¿Qué supone este nuevo tratamiento
Realmente es un avance extraordinario. Es otro ángulo de inflexión diferente de la inmunología que puede funcionar en algunas enfermedades. Es verdad que otras patologías no serán candidatas a estas terapias, pero es un gran paso adelante y aquí uno de los retos es conocer y poder introducir esta innovación. Es un proceso muy costoso y hay que ver como se pueden disminuir los costes para facilitar el acceso.

En 2019 el Congreso ESMO se celebrará en Barcelona. Precisamente es una de las ciudades candidatas a ser sede de la EMA, ¿Qué candidaturas considera más fuertes?
Hay candidaturas muy fuertes y una de ellas es Barcelona. Ya lo fue cuando se adjudicó Londres en su día. Esto viene determinado por el nivel de vida de nuestro país; Barcelona es una ciudad muy atractiva pero sobre todo destacaría la innovación y la investigación. Disponemos de un sistema nacional de salud muy robusto; como profesionales podemos decir que este sistema es de los mejores del mundo, porque es muy universal. Hay otros sistemas que pueden ser mejores pero no tan universales como el español. Por todo ello, creo que la candidatura de Barcelona tiene todas las bases necesarias para que la agencia se sienta cómoda, pero al final es una decisión política.

Le preocupa que el traslado de la agencia pueda afectar a la aprobación de fármacos?
En el caso de España, tanto la Aemps como las comunidades autónomas realizan un gran esfuerzo para que la innovación se incorpore lo más rápido posible. Quizás tenemos que trabajar en aumentar el porcentaje del PIB que se destina a Sanidad para situarnos como un sistema más sostenible.

Fuente: El Global