(Buenos Aires).- Solo una de cada 10 personas que sufren la enfermedad sabe que está infectada y tiene acceso a tratamientos.

Si bien la OMS registró avances en materia de planes para erradicar la afección, advierte que aún queda mucho por hacer. Hay alrededor de 400 mil argentinos con hepatitis C y el 60% lo ignora.

La erradicación de la hepatitis mediante el diagnóstico temprano y el acceso universal al tratamiento constituye en la actualidad un asunto de salud prioritario a nivel global.­

En pos de cumplir esa meta, la Organización Mundial de la Salud (OMS) añadió la última semana un nuevo tratamiento genérico a su lista de medicamentos precalificados contra la hepatitis C para aumentar el acceso a la terapia, y está promoviendo la prevención mediante la seguridad en las inyecciones, fundamental para reducir la transmisión de las hepatitis B y C.­

Según datos de esta entidad sanitaria internacional, difundidos a propósito del Día Mundial contra la Hepatitis -que se celebró el viernes último-, en 2015 había en el mundo 325 millones de personas con hepatitis víricas: 257 millones infectadas por el virus de hepatitis B y 71 millones infectadas por el de hepatitis C, los dos tipos que producen más número de muertes. De hecho, ese año, la enfermedad dejó 1,34 millones de víctimas mortales, una cifra superior a la de las muertes relacionadas con el VIH.­

La hepatitis C se puede curar por completo en tres meses con antivíricos de acción directa. Sin embargo, en 2015 solo el 7% de los que padecían esta infección de forma crónica tenía acceso al tratamiento.­

"Muchos países han conseguido ampliar la cobertura de la vacunación contra la hepatitis B y, ahora, debemos redoblar los esfuerzos para aumentar el acceso al diagnóstico y el tratamiento", destacó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.­

Los nuevos datos de la OMS revelan que el 86% de los países evaluados han establecido metas nacionales de eliminación de la hepatitis y más del 70% han empezado a elaborar planes nacionales en esta esfera para ofrecer acceso a servicios eficaces de prevención, diagnóstico, tratamiento y atención.­

No obstante, el director de l departamento de VIH/Sida de la OMS y del Programa Mundial contra la Hepatitis, Gottfried Hirnschall, alertó que "solo una de cada 10 personas que sufren una hepatitis vírica sabe que está infectada y tiene acceso a tratamientos, en el mejor de los casos. Esta situación es inaceptable".­

"No tiene ningún sentido que no se realicen pruebas diagnósticas a varios millones de personas que están infectadas y que no se les pueda proporcionar el tratamiento que necesitan urgentemente", enfatizó.­

De acuerdo con la OMS, el uso de material de inyección contaminado en centros sanitarios causa un gran número de nuevos casos de infección por los virus de la hepatitis B y C en el mundo, por lo que una importante estrategia preventiva es velar por que estas inyecciones se hagan sin riesgos. "Otras estrategias son: prevenir la transmisión mediante procedimientos invasivos, como la cirugía y la atención odontológica, aumentar las tasas de vacunación contra la hepatitis B y ampliar los programas de reducción de daños para los consumidores de drogas inyectables", insistieron desde la institución mundial.­

Sin Diagnóstico­

En tanto, desde la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (AAEEH) remarcaron la necesidad de trabajar sobre la concientización y detección de la hepatitis C, una enfermedad que padecen 400 mil argentinos pero que entre 6 y 7 de cada 10 de ellos todavía lo ignoran.­

"Estamos hablando del equivalente a 4 o 5 estadios de fútbol repletos, cientos de miles de personas que no saben que tienen una enfermedad grave que va ocasionándoles daño irreversible en su hígado y puede desencadenar cirrosis, falla hepática, cáncer, otras afecciones no hepáticas y necesidad de trasplante", explicó el doctor Ezequiel Ridruejo, médico hepatólogo, actual presidente de la AAEEH.­

En sintonía con los expertos de la OMS, el especialista argentino hizo hincapié en que nuestro país cuenta con los medicamentos que pueden curar más del 95% de los casos de hepatitis C, aunque tenemos como sociedad dos desafíos muy grandes por delante. El primero tiene que ver con la detección: "es una enfermedad que no da síntomas, entonces es necesario salir a buscar a los portadores del virus y encontrarlos. Para ello, necesitamos del apoyo de todo el sistema de salud. Los médicos deben solicitar dentro de los análisis de rutina el test de la hepatitis. Y debe haber disponibilidad de los reactivos para efectuar el test en los hospitales y centros de salud de todo el país. Sólo así podremos ir combatiendo con más éxito esta enfermedad".­

El segundo desafío es lograr tratar a los pacientes más rápido, es decir, antes de que la enfermedad progrese. "Hoy se está tratando a los pacientes con grados avanzados y descompensados de cirrosis y daño hepático, pero es fundamental poder anticiparnos y curar el virus antes de que ocasione daño irreversible", remarcó.­

"Muchos países ya están tratando y curando a pacientes que no presentan todavía un compromiso severo y de esa manera tendrán mucha mejor calidad de vida y mínimos riesgos de progresión luego de la cura", expresó por su parte la doctora María Virginia Reggiardo, médica hepatóloga y gastroenteróloga, tesorera de la comisión directiva de la AAEEH.­

Pesada Carga 

Respecto del gasto que representa esta patología, el doctor Ricardo Mastai, jefe del servicio de Hepatología y Unidad de Trasplante del Hospital Alemán, afirmó: "La hepatitis C es actualmente un problema de salud, un problema social y está a punto de convertirse en un grave problema económico por los costos que acarrea la enfermedad, que son directamente proporcionales a su gravedad". ­

En opinión del profesional, la reducción de ese costo depende íntegramente de la posibilidad de aplicar tratamientos eficaces. "Esto se ha convertido en un factor clave para el control del gasto sanitario, que crecerá exponencialmente ya que la hepatitis C es una enfermedad progresiva y a medida que las personas infectadas por el virus envejecen, una mayor cantidad de ellas presentará complicaciones graves".­

Mastai refirió que, según diferentes estimaciones, el costo medio de un trasplante hepático, camino final de los pacientes con una enfermedad crónica del hígado, es de alrededor de $750.000. "Además de su elevado costo, el trasplante de hígado no supone la desaparición de la enfermedad. Se considera que más del 90% de los pacientes se vuelve a infectar y la cirrosis aparece entre el 20% y 30% de pacientes después de cinco a 10 años tras el trasplante hepático", puntualizó. ­

Como contrapartida, manifestó que durante el período 2015-2016, gracias a los nuevos tratamientos contra la hepatitis C, "el número de trasplantes de hígado se ha reducido ya en un considerable porcentaje".­

Contagio 

Muchos creen que no estuvieron expuestos a ninguna situación de riesgo de contraer hepatitis, pero la gran mayoría de los diagnósticos sorprende a la persona, a quien le cuesta identificar cómo sucedió.­

"Las vías de contagio son a través de sangre infectada, fundamentalmente por transfusiones de sangre y hemoderivados antes de 1992, el uso de instrumental médico y odontológico mal esterilizado, por compartir cepillo de dientes, afeitadoras, jeringas u otros elementos cortantes, a través de la realización de tatuajes y piercings sin los cuidados necesarios, relaciones sexuales sin protección y de madre a hijo durante el embarazo", detalló la AAEEH.­

Si bien hoy nadie está exento de riesgos, existe mucha mayor conciencia en el manejo de instrumental médico, esterilización de elementos para tratamientos de belleza, entre otros, pero 30 años atrás no era así. "Por lo tanto, muchos adultos que se creen sanos podrían ser portadores y, si no se hacen el test, se enterarán en un futuro cuando su hígado ya se encuentre en una etapa mucho más delicada", advirtieron desde esta asociación.­

En tanto, las hepatitis A y E se contraen por la ingesta o exposición a agua, alimentos o utensilios contaminados con estos virus, mientras que las hepatitis B, C y D se adquieren, principalmente, por entrar en contacto con sangre contaminada y relaciones sexuales sin protección con alguien que porta el virus.­

"Los casos de hepatitis A disminuyeron más de un 95% desde que la vacuna que la previene fue incluida en el Calendario Nacional de Vacunación", recordó el doctor Claudio R. Estepo, médico gastroenterólogo y hepatólogo, secretario de la AAEEH. ­

"La hepatitis B también tiene vacuna para niños, pero hay adultos que no se han vacunado y pueden contraer el virus, además de todos aquellos que ya lo portaban antes de la disponibilidad de la vacuna y evolucionaron a cronicidad. Por eso, en el caso de la hepatitis B, es importante también hacerse el test para diagnosticarla a tiempo y poder tratarla adecuadamente", concluyó.­

Fuente: La Prensa