(Madri).- Alrededor de 82 millones de personas en todo el mundo padecerá demencia en el año 2030, tasa que aumentará hasta los 152 millones de cara a 2050, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo ha calificado como una prioridad de salud pública, avisando que, además, cada año se registran cerca de 10 millones de nuevos casos y que entre el 5 y el 8 por ciento de la población mayor de 60 años la sufrirá en algún momento de su vida.

Se trata de un síndrome, generalmente de naturaleza crónica o progresiva, caracterizado por el deterioro de la función cognitiva más allá de lo que podría considerarse una consecuencia del envejecimiento normal. Afecta a la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje, el juicio, así como deterioro del control emocional, el comportamiento social o la motivación.

La demencia es causada por diversas enfermedades y lesiones que afectan al cerebro de forma primaria o secundaria, como la enfermedad de Alzheimer o los accidentes cerebrovasculares. De hecho, se calcula que es una de las principales causas de discapacidad y dependencia entre las personas mayores en todo el mundo y, según la OMS, puede resultar “abrumadora” no solo para quienes la padecen, sino también para sus cuidadores y familiares.

Los signos y síntomas relacionados con la demencia suelen a aparecer en tres etapas: temprana, la cual a menudo pasa desapercibida y cuyos síntomas son la tendencia al olvido, pérdida de la noción del tiempo, desubicación espacial; la intermedia, en la que se empiezan a olvidar acontecimientos recientes, así como los nombres de las personas, se encuentran desubicadas en su propio hogar, tienen cada vez más dificultades para comunicarse, empiezan a necesitar ayuda con el aseo y cuidado personal, sufren cambios de comportamiento; y la tardía, caracterizada por una creciente desubicación en el tiempo y en el espacio, dificultades para reconocer a familiares y amigos, una necesidad cada vez mayor de ayuda para el cuidado personal, dificultades para caminar y

alteraciones del comportamiento que pueden exacerbarse y desembocar en agresiones.

La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia ya que se calcula que representa entre un 60 por ciento y un 70 por ciento de los casos. Otras formas frecuentes son la demencia vascular, la demencia por cuerpos de Lewy (agregados anormales de proteínas en el interior de las células nerviosas) y un grupo de enfermedades que pueden contribuir a la demencia frontotemporal (degeneración del lóbulo frontal del cerebro). Los límites entre las distintas formas de demencia son difusos y frecuentemente coexisten formas mixtas.

Aunque, no hay ningún tratamiento que pueda curar la demencia o revertir su evolución progresiva, actualmente hay numerosos tratamientos nuevos que se están investigando y se encuentran en diversas etapas de los ensayos clínicos.

Sin embargo, la OMS ha informado de que existen diversas intervenciones que se pueden ofrecer para apoyar y mejorar la vida de las personas con demencia y sus cuidadores y familias. En concreto, los objetivos principales de los servicios de atención relacionados con la demencia son:

diagnosticarla precozmente para posibilitar un tratamiento precoz y óptimo; optimizar la salud física, la cognición, la actividad y el bienestar; identificar y tratar enfermedades físicas concomitantes; detectar y tratar los síntomas conductuales y psicológicos problemáticos; y proporcionar información y apoyo a largo plazo a los cuidadores.

Fuente: Gaceta Médica