(Madrid).- Un consumo moderado y regular de cerveza tiene un efecto protector en la aparición y progresión de la aterosclerosis, es decir, el endurecimiento de los vasos sanguíneos por la acumulación de grasa, así como sobre diferentes factores de riesgo cardiovascular.

Así se desprende del estudio Premided (Prevención con Dieta Mediterránea), impulsado por Ramón Estruch, y donde se estudia los efectos beneficios de esta dieta a través de la mezcla de los alimentos.

En concreto, el estudio señala que un consumo moderado de bebidas fermentadas, como la cerveza, podría mejorar el perfil lipídico y favorecer la absorción de polifenoles, un tipo de antioxidantes presentes en las bebidas fermentadas y otros alimentos de origen vegetal. Por otra parte, durante la realización del estudio se observó que la composición corporal (peso, índice de masa corporal y relación cintura-cadera) de los sujetos participantes no se vio afectada tras el consumo moderado de cerveza.

La cerveza es una bebida fermentada, elaborada a partir de ingredientes naturales que contiene vitaminas y minerales, además de ser fuente de compuestos bioactivos como los polifenoles, según Estruch, quien señala que el consumo de alimentos ricos en este tipo de compuestos podría ayudar a disminuir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas o diabetes. Así, afirma que el consumo moderado de bebidas fermentadas podría ser una opción para acompañar a las comidas en el marco de una dieta mediterránea, siempre que se realice por adultos sanos, ha afirmado Estruch.

Bajada de la presión arterial sistólica

La investigación también apunta a la posible bajada de la presión arterial sistólica tras el consumo moderado de cerveza, especialmente en el caso de la cerveza sin alcohol. Además, también se ha observado que otras variables aumentaban, como el HDL (colesterol bueno) y la concentración sanguínea de células progenitoras endoteliales, lo que podría implicar un incremento de la capacidad de regeneración del endotelio.

Cabe resaltar también que tras el consumo diario durante cuatro semanas de cerveza tradicional y sin alcohol, se halló isoxanthohumol en la orina de los participantes que habían consumido estas bebidas, pero no en las personas que habían ingerido bebida destilada, ha constatado Estruch. El xanthohumol y el isoxanthohumol, contenidos en la cerveza, son compuestos polifenólicos antioxidantes que pueden reducir el estrés oxidativo, funcionan como antiinflamatorios y podrían ayudar a la formación de nuevos vasos sanguíneos, así como a la cicatrización de heridas.

Diferente incidencia

En el estudio Premided, realizado en España entre 7.447 adultos con factores de riesgo vascular, se midió el agregado de la mortalidad cardiovascular, infarto y accidente vascular cerebral. Transcurridos cinco años, ya se percibió una diferencia de un 30 por ciento en la incidencia de enfermedades cardiovasculares entre el grupo de control, que seguía una dieta baja en grasas, y los dos grupos que seguían una dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva y frutos secos, respectivamente.

En el marco de la investigación también se estudiaron los patrones de alimentación en España de los consumidores habituales y moderados de cerveza frente a los abstemios y se observó que los primeros tenían una dieta más saludable, con una mayor ingesta de macronutrientes y micronutrientes. Asimismo, el estudio apunta a que los consumidores moderados de cerveza hacen más ejercicio, por lo que se podría afirmar que tienen un estilo de vida y una alimentación más saludable que los abstemios.

Estruch ha hecho hincapié en la importancia del patrón de consumo de bebidas fermentadas afirmando que, si se consumen, es necesario seguir un patrón de consumo moderado, siempre acompañado de alimentos. Por el contrario, un consumo irregular y excesivo de alcohol, tendría efectos negativos en la salud. Asimismo, ha señalado que el consumo moderado de cerveza consiste en la ingesta de entre una y dos cañas al día en el caso de las mujeres (no más de 20 gramos de alcohol) y entre dos y tres cañas para los hombres (no más de 30 gramos).

Fuente: Redacción Médica