La ‘llegada’ a Europa de las primeras terapias de células T con receptores de antígenos quiméricos (CAR) marcan un antes y un después en la historia de la agencia europea. Pero, además, abre la puerta al debate sobre el acceso de estas terapias.

De momento, Kymriah, de Novartis y Yescarta, de Gilead, cuentan ya con la recomendación de autorización por parte de la EMA, pero por delante quedan muchas barreras que traspasar. La más importante será la de su comercialización. El precio marcado en Estados Unidos para Kymriah alcanza los 475.000 dólares y el de Yescarta, los 373.000. A esto, según los expertos, habría que sumar los gastos durante la hospitalización del paciente y otros medicamentos requeridos para el procedimiento. En total, el tratamiento completo podría alcanzar el millón y medio de dólares.

Esta claro que este será uno de los factores que más problemas podrá presentar de cara a la financiación por parte de las autoridades en toda Europa. Pero, ¿realmente debe ser el precio una barrera para su inclusión en los sistemas sanitarios? Son ciertamente cifras elevadas, pero los beneficios mostrados en los ensayos clínicos presentan un escenario totalmente revolucionario para el abordaje de estas patologías.

Lo que está claro es que poner barreras a su financiación no sólo afectará a los pacientes, sino que frenará la posibilidad de desarrollar técnicas que puedan reducir costes en todo el proceso de ‘fabricación’ de estas nuevas terapias. Por poner un ejemplo: el primer teléfono móvil lanzado en el mundo, el Dynatac 8000x, desarrollado en 1983 por Motorola, se comercializó con un precio de 3.995 dólares. Si no se hubiese comercializado ningún dispositivo seguramente hoy el teléfono móvil no sería un elemento fundamental y asequible en nuestro día a día. Al final, todo se reduce a, siempre con los datos encima de la mesa, dar oportunidades a la innovación.

Fuente: El Global