Buenos Aires).- Una proteína exterior a las células potencia el cáncer de mama, revela una investigación internacional liderada por científicos argentinos. El hallazgo podría habilitar un nuevo enfoque para tratar aquellos tumores que resisten las terapias convencionales.

El estudio, del que también participaron investigadores de Estados Unidos, fue encabezado por científicos de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), del Instituto Roffo de la UBA y del CONICET. Y reveló en detalle los pasos a través de los cuales una proteína adhesiva, llamada fibronectina, potencia los estrógenos: hormonas útiles para el desarrollo normal de la glándula mamaria, pero también responsables de la supervivencia de los tumores (cuando aparecen) y de la resistencia a los tratamientos actuales.

“Interferir con la influencia de la fibronectina en el receptor de estrógeno podría ayudar a tratar los cánceres de mama resistentes a los medicamentos”, indicó a la Agencia CyTA-Leloir la líder del estudio, la doctora Marina Simian, jefa de Laboratorio de Nanomedicina del Instituto de Nanosistemas (INS) de la UNSAM e investigadora del CONICET.

En estudios previos, los investigadores habían demostrado que la fibronectina boicotea el éxito del tamoxifeno y otras terapias que bloquean los estrógenos, un pilar del tratamiento en muchos casos. Pero ignoraban el artilugio molecular para producir ese efecto. Ahora, en un estudio que acaba de publicar la revista “Journal of Cell Biology”, Simian y sus colegas revelaron que la proteína en cuestión “modula” el receptor de esas hormonas, lo que amplifica su acción.

“El hallazgo cuestiona el actual paradigma que explica cómo funciona el receptor de estrógenos”, destacó la primera autora, la bióloga Rocío Sampayo, quien realizó su doctorado bajo la dirección de Simian en el Instituto Roffo y en el INS-UNSAM.

Hasta ahora, los científicos creían que el receptor de estrógenos esperaba ser activado en el interior o citoplasma de las células, para luego comunicarse con el núcleo y promover su multiplicación. Sin embargo, el nuevo estudio reveló otro mecanismo: los receptores ubicados en la membrana, una vez estimulados, viajan al núcleo dentro de unas “bolsas” llamadas endosomas. “Si inhibimos ese proceso, se puede detener la proliferación celular”, afirmó Sampayo, quien en la actualidad realiza su postdoctorado en la Universidad de California, en Berkeley, Estados Unidos.

Simian, Sampayo y sus colegas también identificaron estructuras de degradación de las células que destruyen los receptores de estrógenos: los lisosomas, y no exclusivamente el proteosoma, como se pensaba. De hecho, para potenciar el efecto “negativo” de los estrógenos, la fibronectina lo que hace es retrasar la destrucción de esos receptores y prolongar su vida media. “Esto favorece la actividad de los estrógenos y promueve así la multiplicación de las células de cáncer de mama”, explicó Sampayo.

Simian subrayó que su hallazgo podría tener mucha relevancia clínica, “ya que el 75% de los tumores de mama son positivos para receptores de estrógenos y las terapias actuales que apuntan a disminuir su actividad no siempre son eficaces”.

El trabajo también explicaría la resistencia en aquellas pacientes que tienen tumores con niveles elevados de fibronectina, porque, justamente, esa proteína aviva el fuego de los estrógenos. El equipo de científicos ahora empezó a diseñar una nanopartícula capaz de interferir con la unión de fibronectina y su receptor. “Estamos trabajando en eso”, dijo Simian.

La científica agregó que el mecanismo descubierto también podría tener implicancia para el tratamiento de otros tumores que dependen de la acción de hormonas, como el de próstata.

Del avance también participaron otros científicos argentinos: Andrés Martín Toscani y Federico Coluccio Leskow, del Instituto de Química Biológica Ciencias Exactas y Naturales (IQUIBICEN), que depende del CONICET y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA; Luciano Masullo y Fernando Stefani, del Centro de Investigaciones en Bionanociencias (CIBION), que depende del CONICET, y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA; Ianina Violi, del CIBION- CONICET; Alfredo Cáceres, del Instituto de Investigación Médica Mercedes y Martín Ferreyra, en Córdoba; y Dante Chialvo, investigador del CONICET y director del Centro de Estudios Multidisciplinarios en Sistemas Complejos y Ciencias del Cerebro (CEMSC3) de la UNSAM.

Fuente: Anecia CyTA