(Buenos Aires).- Durante segunda mitad siglo XX se observaron importantes avances en la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, disminuyendo las muertes relacionadas a aproximadamente dos tercios.

Sin embargo, la insuficiencia cardíaca es una notable excepción a estas alentadoras tendencias. Es la causa más común de hospitalización por enfermedades cardiovasculares.

Desde 1975, las tasas anuales de internación aumentaron sostenidamente. Es primariamente una enfermedad de los ancianos, que afecta aproximadamente al 10% de los hombres y al 8% de las mujeres mayores de 60 años. Asimismo, los costos del sistema de salud en internación y tratamiento de los pacientes por esta enfermedad son altísimos en todo el mundo.

Si bien la sobrevida luego del diagnóstico mejoró durante los últimos 30 años, la mortalidad sigue siendo inaceptablemente alta, peor que la de muchos cánceres, resaltó la médica cardióloga Stella Maris Pereiro González (MN 86.337).

La insuficiencia cardíaca es una enfermedad en la cual el corazón está más debilitado de lo normal o perdió la capacidad de distenderse

¿Por qué entonces no se pudieron revertir estas desalentadoras tendencias?

La insuficiencia cardíaca (IC) es una enfermedad en la cual el corazón está más debilitado de lo normal o perdió la capacidad de distenderse. Es una enfermedad crónica, y no se puede prever su evolución ya que es diferente para cada persona, explicó la miembro de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA)-. En general no existe ningún tratamiento curativo, pero sí podemos controlarla, mejorar los síntomas y retrasar su avance, mejorando el pronóstico y la calidad de vida. También, podemos tratar la enfermedad que la desencadenó para retrasar su progresión.

La IC es la consecuencia de muchas enfermedades, como sucede en la mayoría de las cardiovasculares en su etapa final (cardiopatía isquémica, hipertensión arterial, alteraciones propias del músculo cardíaco debido a diferentes entidades como por ejemplo el Chagas Mazza y las enfermedades de las válvulas, enfermedades congénitas del corazón, ciertas enfermedades pulmonares, diabetes, insuficiencia renal que puede ser tanto causa como consecuencia al igual que la anemia, actividad de la glándula tiroides y tratamiento con drogas oncológicas, entre otras). El alcoholismo y el consumo de sustancias tóxicas también aumentan el riesgo de IC.

Pereiro González destacó que la IC es una enfermedad de diagnóstico clínico" y señaló que "los síntomas principales se producen debido, en parte, a la retención de líquidos en diferentes niveles del organismo y, en parte, por la imposibilidad de hacer llegar sangre adecuadamente a los órganos de nuestro cuerpo. Como consecuencia, las personas que la padecen pueden sentirse débiles, cansadas, tener dificultad para respirar o para realizar las actividades habituales, y también hinchazón en ambos pies o piernas.

Los síntomas principales se producen debido, en parte, a la retención de líquidos en diferentes niveles del organismo

El tratamiento no sólo consiste en tomar medicamentos -añadió la experta-. Es primordial el cambio del estilo de vida y si es posible la corrección de la causa, esto es, tratar la enfermedad que la desencadenó para retrasar su progresión. Al ser una enfermedad crónica, la medicación es para toda la vida y, en general, no existe ningún tratamiento curativo. Por eso, controlar la enfermedad, mejorar los síntomas y retrasar su avance mejora el pronóstico y la calidad de vida.

A su vez, hay que estar atentos a los episodios de descompensación que requieren, a veces, que el paciente sea hospitalizado. Las principales causas de esto son el incumplimiento de la dieta o el abandono de la medicación. También, existen una serie de factores que pueden desencadenar el empeoramiento de los síntomas; como la fiebre, las arritmias, las infecciones, la anemia, la enfermedad hepática, respiratoria, renal, el consumo de antiinflamatorios, corticoides, la ingesta excesiva de sal o de líquidos, alcohol, problemas tiroideos, y el empeoramiento propio de la enfermedad.

Por todo esto -resumió- es importante recordar que la salud depende principalmente de uno, de llevar una vida sana, de hacer actividad física, de mantener una dieta saludable con bajo contenido de sal ya que el sodio empeora a la enfermedad. Aprender a autocuidarse y a controlar la enfermedad es imprescindible, así como estar atento a los signos y síntomas para consultar precozmente y evitar internaciones.

Fuente: Infobae