(Alicante).- Un brazo robotizado coge un tubo con la muestra de un paciente. Lo coloca en un coche independiente e inteligente monitorizado por GPS. Primero lo lleva a la centrífuga. Después, al resto de pruebas asignadas. Cuando acaba se dirige a una zona de espera. Es posible que le pidan nuevos estudios. Si esto ocurre, vuelve a ponerse en marcha. Si no, se marcha al sector de almacenamiento.

Este proceso ha sido cuidadosamente diseñado, y está controlado por los profesionales del servicio de análisis clínicos, que al final enviarán un informe con los resultados. Cruzando la información procedente de bases de datos, historias clínicas, análisis y guías médicas y aplicando la inteligencia artificial se construyen modelos y prototipos para predecir enfermedades. Con estos resultados se mejora la vida de muchas personas y se salva la de otras tantas.

No son párrafos sacados del último best seller de ciencia ficción que triunfa en el mercado. Son dos realidades que existen aquí y ahora. Tan cerca como que están en Valencia y Alicante. Concretamente, en los laboratorios de análisis clínicos de los hospitales La Fe y San Juan, respectivamente.

Cuentan con un nuevo sistema de robotización inteligente que permite gestionar con mayor rapidez y calidad las miles de pruebas que se hacen diariamente. Y se han incorporado en el día a día soluciones de inteligencia artificial que añaden mejoras en tiempo real y de forma inmediata a los pacientes. En ambos se ha logrado una importante conquista: tiempo. Los procesos se han automatizado. Toda esta tecnología libera a los médicos de labores rutinarias para centrar su mente en investigar otras enfermedades, trabajar en otros proyectos o mejorar un diagnóstico en terrenos que son aún muy desconocidos.

La medicina de laboratorio ha dado como consecuencia un salto de calidad sustancial. Ha pasado de un modelo tradicional de laboratorio a otro de laboratorio líder. Ya no interviene solo en el diagnóstico. Ahora lo guía y protagoniza. 

Un viaje alucinante

Las más de 3.000 muestras que diariamente se analizan en el nuevo sistema de robotización inteligente que se ha instalado en el laboratorio de análisis clínico del Hospital Universitario La Fe de Valencia hacen un viaje alucinante por una cadena de más de 40 metros. No dura mucho. Apenas una hora y media si se trata de un análisis rutinario. Poco más de 20 minutos si la muestra procede de urgencias. 357 coches inteligentes son capaces de moverse a la vez por esta cadena. Cada uno lleva dentro una muestra diferente. Esta nueva instalación permitirá una mejora del servicio que prestamos al paciente, la incorporación de nuevas soluciones y herramientas diagnósticas y la optimización de la respuesta, afirma la doctora Begoña Laíz, jefa del servicio del laboratorio de análisis clínicos del hospital


Además, nos ha permitido unificar todas las fases del proceso, la preanalítica, la analítica y la posanalítica, y también nos ha facultado incluir el laboratorio de urgencias. Todo el proceso está ahora unificado, añade. Se ha dispuesto en las áreas funcionales de bioquímica e inmunoquímica. Son las que procesan muestras más complejas, manejan un número muy elevado de ellas y por su elevado volumen son difíciles de organizar, explica la doctora. Hemostasia y hematología cuentan con sus propias cadenas.

Las ventajas no acaban aquí: El número de muestras que podemos manejar aumenta, al igual que la calidad de las mismas; disminuyen los errores y, como consecuencia de esto, aumenta la seguridad de los profesionales al no tener que manipular las muestras como se hacía antes, y la de los pacientes. Por último, hay que destacar la trazabilidad que obtenemos; sabemos en todo momento el estado de cada muestra, desgrana Laíz.

El impacto de la tecnología se va a notar en un área de salud que presta servicio a cerca de 300.000 personas. En ella se generan al año más de nueve millones de pruebas analíticas procedentes de la hospitalización, las consultas externas, el servicio de urgencias, los centros de atención primaria y los laboratorios de otros departamentos de salud. El laboratorio cuenta con este servicio y con esta tecnología punta gracias a un concurso público a través del cual se ha dotado con un presupuesto de ocho millones de euros para un periodo de cuatro años.

Un trabajo de detectives

La información que contiene un tubo con la muestra de un paciente es oro puro. Ahí está todo. Son miles de datos. Algunos se intuyen. Otros permanecen ocultos. Descubrir unos y otros es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la medicina de laboratorio y el personal que lo integra. En este trabajo de detectives, los facultativos de estos laboratorios de análisis clínicos cuentan en la actualidad con una ayuda primordial: la inteligencia artificial (IA). Con ella procesan y ordenan miles de datos de enfermos. Gracias a esta herramienta y a su potencia detectan males y salvan vidas.

Contamos con una tecnología muy vanguardista que aprovechamos no solamente para hacer el diagnóstico que el médico necesita, demanda o sospecha, sino además para añadir otras pruebas acordes a las características de ese paciente, por edad, síntomas, o lo que dicen las guías clínicas, y beneficiarlo aún más, relata la doctora María Salinas, jefa del servicio de análisis clínicos de este hospital.

Salinas pone el ejemplo de los más de 300 enfermos detectados con hipercalcemia, o niveles altos de calcio en la sangre. Un problema que, si no se detecta pronto, puede debilitar los huesos o formar cálculos renales de los que lo padecen. Hemos logrado con nuestra tecnología medir el calcio en sangre cada tres años a los pacientes mayores de 45 años, describe.

O también con la detección precoz de la diabetes mediante la introducción de una sencilla prueba de laboratorio con la que se mide la hemoglobina glicosilada. No se hace a todos los pacientes. Solo a aquellos mayores de 45 años que presenten cierto nivel de glucosa en sangre. El resultado ha sido la localización en pocos años de miles de casos de diabetes no diagnosticados.

No tiene nada que ver detectar una diabetes o una hipercalcemia pronto o al cabo de los años, cuando ya están afectados algunos órganos, destaca. Un control riguroso y un cambio en el estilo de vida en el primer caso o una sencilla operación para extirpar la glándula paratoidea en el segundo pueden ser la solución a estos dos problemas. Con una prueba sencilla y muy barata se realiza una detección temprana, se protege al paciente y se hace una prevención fantástica de algunas enfermedades, resume.

Soluciones avanzadas

Las 240.000 personas que viven en el área de influencia del Hospital San Juan de Alicante son los principales beneficiarios de estas soluciones de apoyo para la toma de decisiones clínicas. El laboratorio de este centro procesa al día las pruebas de más de 1.000 pacientes. Proceden de la atención primaria en su mayoría, pero también tienen su origen en urgencias, médicos especialistas o enfermos ingresados. En este lugar confluye todo. Aquí se mezclan los datos, el conocimiento, las guías, las referencias presentes en unas historias clínicas ordenadas de los últimos 15 años y las intenciones de los profesionales. Todo está interconectado. Con la inteligencia artificial es posible barajar todo esto y conseguir una mano ganadora.

Con el consenso de los médicos de atención primaria y de la dirección del hospital decidimos hacer una serie de pruebas y descartar otras que no hacen falta. Siempre con el objetivo de beneficiar a un enfermo en una situación concreta, detalla la jefa de análisis clínicos del centro.  De esta manera, se construyen modelos y prototipos para predecir enfermedades. Cuando un enfermo acude al hospital por el cauce que sea, se establece con una precisión o porcentaje muy elevado la posibilidad de padecer una enfermedad determinada, sostiene.

La doctora Salinas ofrece otro ejemplo para ilustrar lo anterior: Con la inteligencia artificial y los millones de datos que manejamos a la vez, y a una velocidad tan grande, aprovechamos para crear modelos con el objetivo de ver si podemos detectar enfermedades tiroideas en mujeres mayores de 45 años. Son bastante frecuentes y a veces indetectables, sin síntomas agudos, pero que les invalidan para los quehaceres de la vida diaria . Soluciones inteligentes como esta facilitan la interpretación de la inmensidad de datos que se generan de un paciente para apoyar al clínico en su toma de decisiones en cada momento y a tiempo real.

Inversión inteligente

Tratamientos, diagnósticos y prevención. La medicina de laboratorio deja huella con el uso de la tecnología en el proceso completo por el que atraviesa el paciente. Teniendo en cuenta que por sus manos pasan las historias de miles de personas en estos dos hospitales, es la especialidad médica que más enfermos atiende en estos centros diariamente. De ahí la importancia que adquiere el que se establezcan con estas técnicas modelos de precisión con un porcentaje de acierto muy elevado si un enfermo tiene la posibilidad de padecer determinados síndromes o enfermedades.

Sin perder de vista otros beneficios que también entran en juego. Disminución del porcentaje de errores, en la variabilidad en la decisión de los clínicos y en una mayor eficiencia del sistema sanitario. Porque en una sociedad cada vez más envejecida, con más presión asistencial y económica y con unos recursos que son limitados, los médicos pueden dedicar más tiempo y energía a mejorar la salud de los pacientes. Como dice la doctora María Salinas, solo con lo que vale una tira de reactivo podemos descubrir una patología y mejorar la vida de esa persona. La conclusión a su razonamiento la aporta igualmente ella: Invertir en medicina de laboratorio con tecnología e inteligencia artificial es en estos momentos invertir en prevención.

Por delante se abre un mundo de infinitas posibilidades. Porque solo se está al principio de este camino. A los ejemplos que ya se han visto se suman otros muchos: la identificación de déficit de vitamina B12; también se están probando modelos en mieloma, una enfermedad cuyo pronóstico mejora mucho si se diagnostica temprano; en trombosis, en la predicción de ausencia de infección urinaria, en pacientes que acuden al servicio de urgencias o en la detección del déficit de magnesio en los mayores de 65 años. No damos abasto, son tantas las posibilidades, exclama la facultativa, que apuesta por exportar este modelo a los laboratorios de otros centros.

Y todo empieza con un simple gesto. Con un análisis que el paciente se tiene que realizar por cualquier causa. A partir de ahí, la tecnología abre la puerta al médico para caminar un paso por delante. Le da la opción de anticiparse a lo que va a ocurrir. Entonces puede mirar, descubrir lo que pasa y actuar. La medicina del futuro ya está aquí.

El laboratorio es el gran desconocido de los hospitales, afirma Begoña Laíz, del Hospital La Fe. En efecto, muchos piensan que el trabajo que se hace en estos espacios se limita a recibir las muestras, analizarlas y dar los resultados. Nada más lejos de la realidad. De hecho, el laboratorio es el responsable que aporta el 70% de los diagnósticos de los pacientes y un gran volumen de resultados, recuerda.

Pero el trabajo silencioso del laboratorio empieza mucho antes. Justo en el momento en el que un médico le manda una prueba a un paciente. Se pone entonces en marcha un engranaje en el que no solo importa el resultado. Son fundamentales también la extracción, el transporte y la conservación. Antes, todo esto se hacía de forma manual, mientras que ahora es todo muy automático y se trabaja con tecnología punta, explica María Salinas, del Hospital San Juan. Gracias a esto se gana un tiempo que los especialistas en medicina de laboratorio aprovechan para investigar y mejorar la salud de los enfermos.

Fuente: Cinco Días