(Buenos Aires).- Las alergias estacionales aparecen durante ciertas épocas del año, por lo general cuando el moho libera sus esporas y los árboles, pastos y malezas sueltan en el aire pequeñas partículas de polen para fertilizar a otras plantas. La rinitis alérgica, polinosis o alergia nasal es la enfermedad alérgica más frecuente, dado que afecta a casi un 20 por ciento de la población. Pero además, y aunque muchos lo ignoren, se calcula que 3 de cada 4 personas con alergias primaverales desarrollarán también alergia en otoño.

El sistema inmune de las personas que son alérgicas a las esporas de los hongos o al polen trata a estas partículas (alérgenos, sustancias a las que un individuo es alérgico) como invasores y entonces libera químicos en el torrente sanguíneos (histamina por caso), para defenderse de los agentes extraños. Es la liberación de dichos químicos la que provoca los síntomas de la alergia.

Estornudos a repetición, intensa picazón de nariz, rinorrea o secreción nasal acuosa, obstrucción nasal, enrojecimiento, picor y lagrimeo ocular son los síntomas más notorios de la rinitis alérgica.

Los síntomas de la alergia estacional se presentan no sólo tras el contacto con pólenes, sino también con otras sustancias como polvo, hongos de la humedad, pelos de animales, por mencionar solamente algunos de los agentes que originan la alergia.

Si bien la gravedad de una temporada de alergias puede variar según el clima estacional, puede haber días (e inclusive momentos de la jornada) en los que el riesgo de reacción alérgica sea alto. Esto incluye días ventosos y cálidos cuando la cantidad de polen circulante puede ser más elevada. Por el contrario, los días de lluvia pueden reducir significativamente el polen circulante.

Las alergias estacionales son algo relativamente sencillo de diagnosticar, debido a que el patrón de síntomas vuelve año tras año luego de la exposición a uno o más alérgenos. Es factible que para identificar la causa de una alergia los especialistas hagan pruebas en piel, aunque los síntomas clínicos son indispensables.

El tratamiento de este tipo de alergia estacional se sostiene principalmente sobre tres patas. Una de ella es el control ambiental, es decir, evitar las sustancias a las que se es alérgico, algo a veces imposible de lograr. Cuando se es alérgico al polvo o a los ácaros, debe hacerse una limpieza a fondo de los ambientes, en lo posible con aspiradora o con trapos húmedos, evitando las alfombras, las pinturas rugosas en las cuales se acumula el polvo o los empapelados que puedan ocultar hongos. Es preciso eliminar las manchas de humedad en las paredes, airear los ambientes y permitir que entren los rayos solares.

Alergias estacionales

Las personas alérgicas a los pólenes deben dormir con las ventanas cerradas durante la época de polinización y, si los síntomas son muy severos, pueden llegar a necesitar máscaras para filtrar el aire respirado. Los medicamentos son otra herramienta de terapia, y los hay tanto orales como locales: algunos se indican para el manejo de la secreción acuosa de la nariz; otros, para prevenir las reacciones o para lidiar lo mejor posible con las rinitis prolongadas. Pueden incluir descongestivos, antihistamínicos y esteroides nasales en spray. Siempre hay que tener en cuenta que los medicamentos deben ser indicados por el médico especialista. Si los síntomas no responden a los fármacos, los especialistas pueden llegar a recomendar acudir a un alergista o inmunólogo para aplicar una terapia de inmunoterapia por medio de vacunas hiposensibilizantes que son aplicados por vía subcutánea o sublingual.

Fuente: CAEME