(buenos Aires).- Cuando Alois Alzheimer describió por primera vez la patología de la enfermedad que hoy lleva su nombre, uno de los fenómenos más definitorios que destacó fue la formación de unas características placas de proteína beta-amiloide en el cerebro. Aún en la actualidad, la formación de estas placas se considera la causa más probable de la enfermedad.

Con todo, esta idea presenta algunos problemas. En primer lugar, no explica el hecho de que muchas personas presenten placas de beta-amiloide en su cerebro sin mostrar ningún tipo de sintomatología neurológica; en segundo, que la gran mayoría de los ensayos clínicos de fármacos que reducen estas placas no han tenido éxito.

No es la presencia, sino la ausencia

Un reciente estudio publicado en el medio académico Journal of Alzheimer's Disease ha querido zanjar esta cuestión preguntándose qué es más importante en la progresión de la enfermedad: la cantidad de placas de beta-amiloide... o la consecuencia lógica de que se formen esas placas.

Para entender esto, tenemos que entender cómo se forman estas placas de beta-amiloide. Y es que las observadas en el alzhéimer están compuestas por una forma insoluble de la proteína original (beta-amiloide 42) que aparece por la transformación química de esta última. Es decir, que con el aumento de las placas típicas del alzhéimer, los niveles de la proteína soluble original (que cumple con un papel importante en distintas funciones del cerebro) tienen necesariamente que consumirse y disminuir. Esto abre la posibilidad de la verdadera causa del alzhéimer no sea la presencia de placas de beta-amiloide no soluble, sino la ausencia de beta-amiloide 42 soluble.

En este sentido, algunos estudios han encontrado que los niveles reducidos de beta-amiloide 42 se asocian a peores pronósticos clínicos.

Los efectos observados de la falta de beta-amiloide 42

Así, estos autores, explican en el medio The Conversation, estudiaron los datos de un grupo de personas con una rara mutación heredada que les pone en gran riesgo de desarrollar la enfermedad, recopilados por el estudio Dominantly Inherited Alzheimer Network.

Con un seguimiento de tres años, encontraron que los pacientes que presentaban mayores niveles de beta-amiloide 42 en su fluido cerebroespinal parecían tener una cierta protección frente a la enfermedad, sin sufrir problemas cognitivos significativos. Esto parece encajar con los trabajos previos que han encontrado que la proteína beta-amiloide 42 cumple funciones importantes en la memoria y en la cognición.

Además, el efecto se mantenía independientemente de la cantidad de placas de beta-amiloide que hubiera en sus cerebros; de nuevo, este hecho podría explicar ciertas variantes raras del alzhéimer (como la provocada por la mutación ártica o de Osaka) en las que aparecen síntomas y bajos niveles de beta-amiloide 42 pero no se presentan las placas insolubles características.

Resultados consistentes con ensayos clínicos

Estos resultados podrían impactar de manera muy importante en los esfuerzos por desarrollar fármacos contra el alzhéimer que traten de reducir la formación de placas de beta-amiloide, que con una reciente excepción (la del lecanemab) han sido mayoritariamente infructuosos.

De hecho, algunos de estos medicamentos reducían la cantidad de proteína beta-amiloide 42, basándose en la idea de que si esta proteína no estaba disponible no podrían formarse las placas insolubles. A menudo, este enfoque sólo empeoraba la sintomatología de los pacientes.

En cambio, en el ensayo del lecanemab, que sí que parece que está teniendo un efecto significativo a la hora de reducir el deterioro cognitivo (aunque no lo frena por completo), se ha observado que aumenta los niveles de beta-amiloide 42 en el fluido cerebroespinal.

Por ello, a partir de las conclusiones de este estudio podría impulsarse una nueva estrategia basada no en la reducción de las placas de beta-amiloide, sino más bien en el aumento o mantenimiento de los niveles de beta-amiloide 42, por ejemplo usando análogos de la proteína (proteínas de características similares).

Fuente: 20 Minutos Salud