(Madrid).- La diabetes es una enfermedad crónica que según la Organización Mundial de la Salud (OMS)

afecta a 422 millones de personas en el mundo, el 8,5% de la población adulta.

Es decir, 1 de cada 11 personas en el mundo tiene diabetes. La enfermedad aumenta además el riesgo de sufrir patologías del corazón, ictus, ceguera, fallo renal y amputaciones de las extremidades.

La diabetes está causada por la incapacidad del organismo de producir insulina –diabetes tipo 1– o de utilizar esta hormona de una forma adecuada –diabetes tipo 2–, lo que provoca que la sangre porte un exceso de glucosa que, a la larga, acaba dañando múltiples órganos de todo el cuerpo.

Y hasta ahora se hablaba de dos tipos: La diabetes de tipo 1 se considera una enfermedad autoinmune en la que el cuerpo no puede producir insulina y normalmente se presenta en la infancia, y la de tipo 2, la más común, aparece generalmente en la edad adulta y está asociada a un estilo de vida poco saludable y a la obesidad, ya que la grasa corporal puede afectar al comportamiento de la insulina.

Pero ahora, un estudio realizado sobre más de 15.000 pacientes finlandeses y suecos, y publicado en la revista «The Lancet Diabetes and Endocrinology», muestra un escenario de la enfermedad mucho más complejo, que podría desencadenar una nueva era de tratamiento personalizado para la diabetes. Los investigadores de Universidad de Lund (Suecia), y del Instituto de Medicina Molecular (Finlandia) aseguran que los cinco subgrupos identificados tienen muchas diferencias entre sí y responden a tipos genéticos distintos, incluida la edad a la que se presentan y las variedades de riesgo y complicaciones asociadas, como las enfermedades renales o la ceguera.

Desde 2008, los investigadores han controlado a 13.720 pacientes recién diagnosticados entre 18 y 97 años de edad. Al analizar una serie de parámetros -resistencia a la insulina, secreción de insulina, niveles de azúcar en la sangre y la edad al inicio de la enfermedad-, los investigadores pudieron distinguir cinco grupos distintos. Además de una clasificación más refinada, los científicos también descubrieron que los diferentes grupos tienen más o menos el riesgo de desarrollar diversas enfermedades secundarias.

«Esto permitirá un tratamiento más temprano para prevenir complicaciones en pacientes que están en mayor riesgo de ser afectados», dice Emma Ahlqvist, profesora asociada y autora principal de la publicación.

Permitirá un tratamiento más temprano para prevenir complicaciones en pacientes que están en mayor riesgo de ser afectados
El estudio concluye que los pacientes se pueden dividir en estos grupos:

  • Tipo 1: diabetes grave autoinmune. A grandes rasgos, es la que normalmente se clasifica como de tipo 1. Afecta a las personas cuando son jóvenes y aparentemente saludables y se debe a una enfermedad autoinmune que imposibilita la producción de insulina. Con lo cual, no hay hormonas suficientes para controlar el nivel de azúcar en la sangre
  • Tipo 2: diabetes grave por deficiencia de insulina. Estos pacientes inicialmente son muy parecidos a los del grupo 1 —también son jóvenes, con un peso y salud aparentemente saludables—, pero tienen dificultades para producir insulina. La diferencia es que no hay un fallo en el sistema inmunológico sino un defecto en sus células beta, las que fabrican la insulina. Estos pacientes tienen el mayor riesgo de ceguera
  • Tipo 3: diabetes grave por resistencia a la insulina. Quienes la sufren en general tienen sobrepeso y producen insulina pero el cuerpo no responde a la hormona. Estos pacientes tienen el mayor riesgo de enfermedades renales
  • Tipo 4: diabetes moderada relacionada con la obesidad. Identificada principalmente en pacientes con mucho sobrepeso, pero metabólicamente más cercanos a los valores normales que a los del grupo 3
  • Tipo 5: diabetes moderada relacionada con la edad. La desarrollan por pacientes que son significativamente de mayor edad que los de los otros grupos

«Los pacientes más resistentes a la insulina (tipo 3) podrían salir beneficiados con los nuevos diagnósticos, ya que son los que actualmente están peor tratados», señala el profesor Leif Groop, otro de los investigadores

Los pacientes más resistentes a la insulina (tipo 3) podría salir beneficiados con los nuevos diagnósticos, ya que son los que actualmente están peor tratados
Los investigadores posteriormente repitieron su análisis en otros tres estudios de Suecia y Finlandia. «El resultado superó nuestras expectativas y estuvo muy relacionado. La única diferencia fue que el tipo 5 era más grande en Finlandia que en Suecia. La progresión de la enfermedad fue notablemente similar en ambos grupos», afirma Leif Groop.

Los investigadores también planean lanzar estudios similares en China e India con personas de diferentes orígenes étnicos. «Esto nos dará aún mejores oportunidades para adaptar el tratamiento a cada individuo», concluye.

Fuente: ABC