(Bogotá).- Colombiano de Manizales, educado en Bogotá e identificado como cartagenero, el ingeniero electrónico Antonio Hernández regresa ahora a su país natal, a la ciudad de Medellín, donde será uno de los expositores estrella del III Congreso Internacional de Ingeniería Clínica (CONIIC 2017), que empieza este miércoles 15 de marzo.

Vinculado al campo de la salud casi por herencia (“en mi familia hay cuatro generaciones de médicos”) y radicado en Estados Unidos después de trabajar durante cuatro décadas para la OPS, donde estuvo a cargo del programa regional de Infraestructura Física e Ingeniería de los Servicios de Salud, el actual chair del Comité Internacional del Colegio Americano de Ingeniería Clínica (ACCE) y asesor de la OMS dialogó con E-Health Reporter sobre la evolución del e-health en la región, la necesidad de estándares para la interoperabilidad, los desafíos regulatorios que implica la explosión de las nuevas tecnologías y los nichos de desarrollo que se avizoran en este campo para las próximas décadas.

Cómo describiría la evolución del e-health en todos estos años?
El e-health es un mundo complejo, fraccionado y segmentado. A diferencia de lo que ocurrió con los medicamentos, que ha sido el “gran descubrimiento” [de la medicina], el desarrollo de las tecnologías médicas ha sido gradual. A partir de la década del ’80, con las computadoras personales, las redes y las conexiones de Internet, se aceleró el proceso de convergencia que había empezado en la década anterior: los equipos dejaron de ser unidades aisladas para estar conectados en redes. Y eso dio pie para que mucho de lo que se hacía intramuros pudiera salir fuera de las paredes del hospital. Así fueron llegando la telemedicina; la telesalud, que involucra elementos de promoción, prevención y educación; y el “e-health” en un sentido más amplio, que abarca también la interacción comercial en salud.

Cómo varió el lugar del paciente en todo este proceso?
El advenimiento de estas tecnologías de la información y las comunicaciones, unidos a las tecnologías médicas, han permitido un seguimiento más continuo del paciente. De los sistemas de información clínicos (historias clínicas electrónicas) se puede extraer información más fidedigna para incorporar a los registros epidemiológicos y tener un mejor perfil de salud de la población. Un sistema real de información de salud a nivel nacional o internacional, que, en el futuro, también incorporará datos del genoma.  Pero la tendencia actual es que las personas sean cada vez más responsables del cuidado de su salud.

Va a cambiar el modelo de atención de los servicios de salud?
En parte por los costos, pero también por cuestiones demográficas, los servicios no podrán seguir dando cobertura a la población de la forma en que lo vienen haciendo. Por eso están creciendo las soluciones de telemedicina y telesalud. Hay toda una generación de dispositivos médicos que están conectados a las plataformas móviles y monitorean, por ejemplo, los niveles de glucosa o el estado físico y comparten esa información con el médico. Y esa información también se puede sumar a grandes bases de datos nacionales. El resumen es: la información lo va a seguir a uno desde el nacimiento hasta la muerte. Y eso va a permitir un monitoreo, un cuidado y una mayor oportunidad de prevenir las crisis o intervenir rápidamente cuando se producen.

Este flujo de información también trae aparejada la necesidad de preservar la confidencialidad de los datos. ¿Qué tanto se tiene en cuenta este aspecto?
La seguridad, la privacidad y la protección de los datos y la información es uno de los grandes puntos de atención, sobre todo con lo que se está dando ahora con los crímenes cibernéticos y el robo de información. Es uno de los retos. Porque no sólo pueden ser intervenidos o hackeados los sistemas de información, sino también muchos equipos médicos que son repositorios de información y están en redes conectados directamente a estos sistemas.

En su conferencia en el CONIIC 2017 va a hablar sobre tecnologías médicas e interoperabilidad en la región. ¿Cuáles siguen siendo las principales barreras para el “diálogo” de los sistemas de información entre ellos y de los sistemas de información con los equipos?
El punto clave es la generación de estándares. Por eso, entre fabricantes, gobiernos y grupos interesados se están generando los estándares de comunicación que permiten que los equipos se conecten a los sistemas y los sistemas entre ellos sin intermediación. Ya hay en el mercado una gran gama de equipos que afirman que están produciendo los mismos estándares, que no son nuevos, sino que toman los ya existentes (como OASIS). El movimiento “Integrating the Healthcare Enterprise” o IHE (“Integrando las empresas de salud”) tiene este objetivo desde hace 15 años, pero, probablemente, tengan que pasar otros 10 para que cualquier equipo pueda ser conectado a un determinado sistema de información y que ese sistema contenga los elementos de estándares que permitan que se vean y comuniquen. Lo ideal es que los estándares sean universales, o que no haya más de dos o tres. Vamos hacia eso, aunque todavía sea incipiente.

En un texto de 2015, usted señala que el avance de las tecnologías de la información y la comunicación aplicados a salud ha sido más acelerado que la capacidad de las autoridades para regularlo. ¿El problema sigue existiendo?
Es un problema que no sólo existe, sino que también va en aumento. Las agencias regulatorias de los gobiernos tienen la responsabilidad de garantizar la efectividad, seguridad y calidad de los productos. ¡Pero muchas veces la tecnología tiene una vida tan corta que llega a hacerse obsoleta sin haber visto una regulación! Y para cuando llega la regulación, esa tecnología ya no existe o existen cuatro versiones más avanzadas que requerirían un nuevo análisis.

Cuál es la solución para esto?
Algo que tomo vigencia, y que estuvo dormido mucho tiempo, es la evaluación de tecnologías en salud. No sólo la parte de ensayos clínicos previos a someter a un producto a la autoridad regulatoria, sino también la comparación de las distintas tecnologías buscando las que son más costo-efectivas. El problema es que hay una gran explosión de aplicaciones y de opciones [vinculadas a la salud] que se están generando para las plataformas móviles, muchas de bajo costo, que según cómo se utilicen podrían considerarse dispositivos médicos. Uno puede entrar a la computadora y encontrar aplicaciones de apoyo que pueden hacer diagnósticos de acuerdo a la sintomatología que se introduzca. Hay muchos aditamentos para teléfonos celulares que permiten desde mandarle un video al dermatólogo hasta tomar electrocardiogramas, registrar ronquidos o realizar exploraciones del oído. Dependiendo de si diagnostica con eso, deberían considerarse dispositivos médicos y, como tales, someterse a una serie de ensayos clínicos y autorizaciones.

Usted piensa que las apps de salud tendrían que ser como los medicamentos, que nunca salen al mercado sin ensayos y controles previos?
Exactamente. La analogía es perfecta. Es un gran reto para los gobiernos que tiene que proteger a la población.

En CONIIC 2017 usted también va a darle su impresión a jóvenes, académicos y emprendedores sobre lo que percibe son algunos nichos de desarrollo del e-health para las próximas décadas. ¿Nos puede anticipar algunos?
Si uno mira el perfil epidemiológico, ve que la población va a tener cada vez una mayor expectativa de vida, algo que es bueno, aunque, con la edad, también aumenta la prevalencia de las enfermedades crónicas degenerativas y las limitaciones. Ese es un campo que da para muchas posibilidades de apoyo tecnológico, como el cuidado domiciliario y los equipos de monitoreo. Otra tendencia que se vislumbra es una mayor concentración de la población urbana. Para los gobiernos va a ser costoso disponer de infraestructura física dura (hospitales y centros de salud) para una población rural que será cada vez más dispersa. Ahí es donde vienen la oportunidad para la telemedicina y la telesalud.

Fuente: eHealth Reporter