(Navarra).- Los avances científicos y las innovaciones en oncología están llegando a su cima más alta. Buenas noticias que llegan pero que, sin embargo, ‘entorpecen’ el camino hacia la sostenibilidad. Ajustar la balanza para mantener el equilibrio es el objetivo marcado.

Como explica el director del Departamento de Oncología Médica de la Clínica Universidad de Navarra, Ignacio Gil Bazo, este abanico de posibilidades desde el punto de vista del acceso a los fármacos es enorme. Pasar de un abordaje del cáncer más limitado a uno más exhaustivo gracias a las posibilidades que ofrece la genómica abre paso a una supervivencia prolongada y una calidad de vida excelente.

Sin embargo,...¿cómo se sostiene económicamente? El experto señala que el ‘pero’ viene de la búsqueda de la sostenibilidad que implica acceder a la tecnología diagnóstica. El diagnóstico molecular, la base de la medicina de precisión, “no está al alcance de todos los centros”, precisa el oncólogo.

A su juicio, otra de las trabas asociadas es la variabilidad en la técnica que se emplea: “Dependiendo del hospital donde se haga, hay varias tecnologías distintas que intentan hacer lo mismo”.

España es uno de los países que más pronto adapta las innovaciones en cáncer. Sin embargo, existe la paradoja de la inequidad. En general, los expertos coinciden en que la variabilidad técnica empleada no permite garantizar un mismo resultado, que sea reproducible y útil para tomar una decisión clínica acertada.

Con la inmunoterapia esta situación se complica aún más, por el encarecimiento del tratamiento. Por otra parte, las nuevas tecnologías también presentan retos, sobre todo, por las posibilidades que pueden aportar en un futuro en el seguimiento y en la indicación de los tratamientos. Es el caso de la biopsia líquida, que permitiría anticipar a situaciones de resistencia a fármacos y en este contexto administrar un tratamiento de forma precoz o cambiar una terapia.

Por otra parte, la búsqueda de nuevas fórmulas de financiación se hacen precisas. “El pago por valor frente al pago por actividad tiene unos beneficios importantes que abarcan desde los resultados que perciben los pacientes; los procedimientos basados en la evidencia; la corresponsabilidad del enfermo; hasta las mejores soluciones tecnológicas; y la medición exhaustiva de resultados”, apunta.

Otras estrategias como el empleo de biosimilares en terapias dirigidas se están abriendo paso. Se estima que para 2022 los fármacos oncológicos alcanzarán el 16,3 por ciento del total del gasto asociado al consumo farmacéutico, superando los 190.000 millones de dólares. Con estas cifras se hace esencial el trabajo multidisciplinar para favorecer el acceso a las nuevas terapias, cada vez más precisas, pero también costosas.

Fuente: Gaceta Médica