(Buenos Aires).- Se trata del trabajo de dos equipos de investigadoras del CONICET pertenecientes al Instituto de Física La Plata (IFLP, CONICET-UNLP) y al Instituto de Química y Fisicoquímica Biológicas “Prof. Alejandro C. Paladini” (IQUIFIB, CONICET-UBA) que dieron un paso trascendental en el desarrollo de una terapia de potencial aplicación en medicina regenerativa.

La estrategia consiste en la implantación de células madre adultas, previamente obtenidas a partir del tejido adiposo, es decir grasa corporal, cargadas con nanopartículas magnéticas, y luego direccionadas de manera externa mediante el uso de un imán hacia el lugar del daño. Las lesiones de los nervios periféricos –aquellos que están por fuera del sistema nervioso central– son frecuentes y, en algunos casos, ocasionan la disminución o pérdida de movilidad del área dañada, provocando ocasionalmente una discapacidad permanente si no son tratadas a tiempo.

Las investigaciones para dar con terapias que permitan la regeneración nerviosa, basadas en el uso de células madre adultas, han mostrado resultados alentadores, pero chocan con un obstáculo importante: asegurar la permanencia de un número suficiente de células en el sitio lesionado durante el tiempo necesario para producir los efectos terapéuticos.

Patricia Setton-Avruj, profesora de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, explicó que entre los nervios periféricos, el nervio ciático es el más extenso del ser humano y cumple funciones motoras y sensitivas. Es decir, frente a una lesión, la marcha se ve afectada y se produce dolor neuropático.

El primer paso de la terapia, testeada in vivo en ratas adultas de laboratorio, consistió en la obtención de las células mesenquimales, un tipo de células adultas y multipotentes que tienen la capacidad de diferenciarse en diversos tipos celulares (entre otros, en células de Schwann, que son un elemento clave en la regeneración de nervios periféricos) y secretan factores tróficos y regulan la respuesta inmune, todos mecanismos de acción propuestos para ejercer su efecto regenerativo.

Una vez obtenidas, las células en cultivo fueron incubadas con nanopartículas magnéticas de magnetita, u óxido de hierro, un material biocompatible y de baja toxicidad.

Proceso

Cuando entran en contacto, las células endocitan a las nanopartículas, es decir deforman su membrana celular, las envuelven e incorporan. Se las ‘comen’. Por eso decimos que las células se vuelven magnéticas, porque ahora tienen adentro las nanopartículas, detalló Paula Soto, quien realizó su doctorado en el IQUIFIB como becaria del CONICET. Una vez caracterizadas las células cargadas con las nanopartículas, y establecidas las cantidades incorporadas por las células, fueron trasplantadas en el torrente sanguíneo mediante una inyección endovenosa.

Además se colocó el imán en la parte externa de la pata del animal, en la zona de la lesión, con un apósito durante 24 horas para atraerlas y retenerlas en ese lugar. Se trata de un procedimiento no invasivo, no requiere cirugía ni inmovilización, y no provoca dolor ni sufrimiento, subrayaron las expertas.

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