(Buenos Aires).- El camino del conocimiento no tiene límites. Mientras permanezca encendida la llama de la curiosidad en el espíritu de los seres humanos, nuestra capacidad para investigar y alcanzar nuevos niveles de aprendizaje continuará sorprendiéndonos y permitiéndonos mejorar la calidad de vida de los habitantes del mundo.

Un claro ejemplo de esto es un reciente estudio español realizado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC), que arribó a una conclusión muy interesante: las personas con bajo riesgo cardiovascular y cifras normales de colesterol que tienen un elevado nivel de triglicéridos en el organismo, pueden sufrir aterosclerosis, una enfermedad que ocasiona la acumulación de placas en las paredes de las arterias y la obstrucción de la irrigación sanguínea.

De acuerdo con este informe publicado en el Journal of American College of Cardiology, las observaciones se llevaron a cabo sobre 3.754 participantes y los resultados indicaron que la hipertrigliceridemia (nivel de triglicéridos por encima de 150 mg/dl) impactó en la pared arterial al generar daño vascular en individuos de bajo riesgo, incluso con niveles de colesterol dentro de los parámetros normales.

Este estudio es muy importante porque es el primero que clarifica el papel de la elevación de los triglicéridos como factor de lesión arterial y los pone en relación con una fase muy precoz del proceso aterosclerótico, como es la fase subclínica, en la que las placas aún no han producido eventos clínicos, incluso con la inflamación vascular.

¿Por qué señalamos que esta conclusión resulta muy interesante? Porque si bien los pacientes de riesgo cardiovascular alto tienen más posibilidades de desarrollar infartos o ACVs, las personas que no se encuentran dentro de este grupo también deben actuar de manera preventiva para disminuir los posibles eventos cardiovasculares futuros. ¿De qué manera? Con una dieta rica en omega 3 de pescado, un ácido graso poliinsaturado que fortalece la salud.

El Omega 3 de pescado previene las enfermedades cardiovasculares, aterosclerosis, trombosis y muerte súbita, entre otras, gracias a que disminuye las concentraciones de triglicéridos, balancea los niveles de colesterol, mejora el funcionamiento de los vasos sanguíneos y regula el trabajo de los glóbulos blancos que responden a los procesos inflamatorios.

Como el ser humano no es capaz de producir omega 3, debe obtenerlo a través de la dieta: el hígado de los pescados blancos magros, como el bacalao, y el cuerpo de la caballa, el salmón y todo tipo de pescados grasos son las principales fuentes de ácidos grasos EPA y el DHA. Lo mismo aportan los suplementos dietarios de aceite de pescado.

Sin embargo, hay que tener cuidado de no confundirlos con aquellos desarrollados a partir de omega 3 de origen vegetal. Estos ácidos grasos ALA se encuentran en aceites como los de linaza, soja, chía y canola y los estudios científicos han comprobado que producen beneficios mucho menores que el omega 3 de aceite de pescado.

Además de reconocer los síntomas de un paro cardíaco, como el dolor en el pecho o en los brazos, la falta de aire, el sudor frío, la fatiga o los mareos repentinos, también resulta esencial entender sus causas para poder contar con herramientas de prevención. Gracias a las constantes investigaciones y los nuevos aprendizajes que nos brinda la ciencia, hoy sabemos que además de cuidar y bajar el colesterol, debemos controlar los niveles de triglicéridos en sangre con el objetivo de evitar posibles eventos cardiovasculares. Y que un gran aliado para hacerlo es el omega 3 de pescado.

Por el doctor Ricardo Iglesias, Matrícula Nacional 58310

Fuente: Sinergia Public Relations