La cantidad de datos que genera el sector salud en el mundo y por país, al pensarlo, pareciera ser infinita. Por eso, acumular todos esos datos y utilizarlos es una tarea, no imposible, pero sí titánica para los actores de la salud, lo que demuestra el McKinsey Global Institute, que afirma que el 90% de los datos que generan los proveedores de la salud en el mundo son comúnmente ignorados.

Entonces, imaginemos un escenario mundial en el que podamos utilizar todos esos datos para curar enfermedades. Vayamos más allá, imaginemos un escenario en el que todos esos datos nos ayuden a anticipar síntomas y prevenir enfermedades. Sí, es posible y el Big Data, aplicado de forma correcta y eficiente, podría hacer eso posible en Colombia, que hoy es el primer y único país de Latinoamérica con una política pública de datos.

Cuando las personas escuchamos el término “Big Data”, inmediatamente pensamos en una gran cantidad de datos, pero no se trata únicamente de eso. También implica una amplia variabilidad y una rápida velocidad, que dificultan la captura, gestión, procesamiento y análisis de todos esos datos por medio de herramientas convencionales.

En el sector salud, al referirnos a variabilidad, hablamos de resultados de laboratorio, conversaciones con médicos, radiografías, antecedentes familiares, y muchos otros tipos de datos que implican un gran volumen, se acumulan con velocidad – ya que día a día se produce más información-, y vienen en formatos variados.

El Big Data se vuelve cada vez más útil para el sector salud cuando introducimos los avances tecnológicos, como relojes inteligentes y smartphones, a ese gran repositorio de información que los médicos utilizan para diagnosticar y tratar a los pacientes.

La capacidad de registrar algo tan sencillo como cuántos kilómetros caminamos al día, o nuestro ritmo cardíaco al hacer ejercicio, abre posibilidades de seguimiento médico cuyo impacto, especialmente para personas que padecen de enfermedades crónicas, puede ser realmente significativo.

Es como tener una bitácora que los pacientes pueden usar diariamente y con la que se pueden registrar datos de utilidad para los profesionales de la salud.

El gran reto es que todos esos datos recopilados en hospitales, laboratorios y con los relojes inteligentes o celulares, no están unificados y, además, necesitamos de herramientas con la capacidad de utilizar esos datos y proporcionar información útil. Un segundo reto es que los marcos normativos en temas como la privacidad del usuario, aún no están al día con los avances tecnológicos e informáticos en Colombia y el mundo.

Esto evidencia varias barreras que se deben superar antes de poder hacer uso del Big Data, y tomando en cuenta lo planteado inicialmente sobre la posibilidad de anticipar y prevenir síntomas y enfermedades, creo firmemente que son barreras en las que vale la pena trabajar.

El Big Data nos permitiría ir más allá de analizar la información médica de individuos para predecir lo que ocurre a nivel de la población. En su lugar, podríamos, por ejemplo, analizar detalladamente los datos de toda Colombia e identificar tendencias específicas, que nos permitirían predecir con precisión lo que le ocurrirá a un paciente individual.

Por nuestra parte, los que trabajamos en el sector salud tenemos el reto de fomentar la participación de los pacientes por medio de la transparencia en el uso de sus datos, lo que nos ayudará a hacer del país un territorio más sano.

Fuente: La República