(Buenos Aires).- Ina Sevic, doctora en Virología e investigadora de la UNNOBA, explica cómo funciona el universo viral: cómo mutan, con qué frecuencia lo hacen y los saltos de especie. Es mejor aprender el comportamiento adecuado para las pandemias de una vez, porque no va a ser el último virus que aparezca, asegura.

En entrevista con Argentina Investiga, Ina Sevic, doctorada en Virología e investigadora del Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas de la UNNOBA, habló acerca de las características del COVID-19 y de otros virus; cómo surgen y evolucionan; qué herramientas hay disponibles para enfrentarlos y del aparato productivo industrial de alimentos como causante de nuevas enfermedades, entre otros temas.

¿Cómo podemos definir qué es un virus y qué lo diferencia de otros tipos de gérmenes?
Un virus es un parásito intracelular obligado, y lo que lo hace muy especial es que no funciona como el resto de los organismos vivos. Algunos de ellos están basados en ADN (ácido desoxirribonucleico), como nosotros, y otros en ARN (ácido ribonucleico). Los virus basados en ARN tienen una característica: mutan mucho. El SARS-CoV-2 es un virus de ARN y, por lo tanto, muta. En general esos son los virus que nos causan más problemas. Eso no significa que los virus de ADN no nos den problemas, pero los de ARN tienen esa cualidad. Además de eso, los virus, a diferencia de las bacterias, tienen otra característica: el tipo de reproducción. La bacteria se divide en dos, esas dos en cuatro, y tenemos un crecimiento exponencial de la población. Pero de un solo virus pueden salir diez millones. Entonces, en un solo ciclo de replicación de bacterias obtenemos dos bacterias. En un ciclo de replicación de virus, de repente, tenemos millones de partículas virales. Por lo tanto son más rápidos, esa es una de sus características.

¿Esa replicación tiene un límite?
Sí, tiene que ser en una célula, debido a que es un parásito intracelular. Nunca se divide o replica por afuera de la célula, ni tampoco en el medioambiente: necesita de la maquinaria celular para dividirse. Es decir, que nuestras células terminan siendo la fábrica del virus. Al entrar al cuerpo, nuestras células, en algunos casos, ya reconocen el ARN, saben qué hacer con eso y empiezan a traducirlo, porque nosotros tenemos ARN, pero como un material genético que sirve para producir proteínas y para regular procesos celulares. Pero estos virus, que desarrollaron con ARN para usarlo como material genómico, pueden entrar y usar nuestras células. Incluso hay algunos virus que tienen sus propias enzimas de ayuda para modificar el ambiente dentro de la célula para así empezar a producir.

¿Tienen una historia los virus, se los puede rastrear?
Muchos elementos de los virus están en nuestro propio genoma, y ese es un tipo de rastro. No son activos, por lo que no funcionan como los virus, es decir, no se reproducen, pero quedan marcados y advertimos que en algún momento de la historia hemos convivido. A los virus que están conviviendo con nosotros en la actualidad se los puede estudiar en comparación, pero hay que tener las muestras adecuadas, lo más difícil. Pero a pesar de eso, pueden encontrarse ancestros de virus y ubicar rastros de miles de años.

¿Por qué un virus puede afectar la vida humana incluso hasta la muerte y otros simplemente no hacen nada?
Hay virus que para salir de la célula la destruyen. Esos virus siempre van a tener algún efecto en la salud. En cambio, hay otros que salen pacíficamente, brotan de la célula, salen en números más reducidos y no la afectan tanto. Sin embargo, todos los virus tienen una relación con el sistema inmune, lo que también puede producir daño. Los virus que no nos afectan son los que hicieron una buena coevolución con los humanos, o con cualquier otra especie. Estos virus se reproducen y son exitosos porque no matan al que los hospeda, no lo dañan y siguen propagándose. Son virus no patógenos y no tienden a desaparecer. Pero los virus patógenos muchas veces desaparecen de una población porque matan al anfitrión o se desarrollan muchos síntomas a una gran velocidad. O pueden desaparecer porque fueron eliminados, aunque hasta ahora solo hemos eliminado a un solo virus humano, la viruela.

¿Cómo es la vida de los virus por fuera de su anfitrión? Es decir, en las superficies de nuestro ambiente.
El virus afuera de un organismo puede sobrevivir un determinado período. Algunos sobreviven minutos y otros pueden sobrevivir meses. Pero este tipo de virus, como el de influenza o los SARS, son frágiles y en el medioambiente su estructura se rompe rápido. Una vez que la estructura no está íntegra no infecta. Nosotros comparamos al COVID-19 con la influenza porque es lo más similar que tenemos, aunque cabe señalar que se trata de otro virus, y aunque es frágil, al parecer nosotros lo propagamos muy exitosamente.

Los virus pueden saltar de especie en especie, ¿esto es una novedad o estamos frente a las leyes de la evolución?
Los virus, en general, tienen definido su hospedador. Sin embargo, como mutan con mucha frecuencia, es probable que hagan un salto de especie y de repente usen otro hospedador. Algunos virus lo hacen con más frecuencia que otros. La influenza en particular muta mucho, por eso tuvimos los problemas de la gripe de aves y la de porcinos. Corona en general también muta. Pero esto no pasa de un año para el otro, aunque sí se está viendo que cada diez años algunos de estos virus hace un salto de especie. Con el Corona lo vimos a partir del SARS y el MERS. La cuestión es el contacto prolongado o no adecuado con los animales. No va a pasar nada si alguien caza un murciélago y lo destripa. El problema es si esa situación se repite con un gran flujo de personas y un gran flujo de animales. El SARS, según se afirma, provenía de un gato salvaje, que también se come en Asia. El MERS, de los camellos. Afortunadamente, ambos virus no llegaron a propagarse tanto.

Cuando ocurren agresiones extendidas a ecosistemas de animales salvajes, depredados por alguna industria, ¿es correcto pensar que la rápida desaparición del ambiente natural da lugar a esas apariciones que estaban escondidas en la profundidad de los ecosistemas?
Siempre que comamos un animal “no controlado” existe la posibilidad de contraer algo. Si con los controlados cada tanto tiempo surgen brotes, con los silvestres nos podemos sorprender de las enfermedades que pueden llegar a contraerse. Además, si nos metemos en un ambiente donde no estuvimos antes, claramente puede emerger otra enfermedad.

¿Es válido criticar al aparato productivo industrial de alimentos como causante de nuevas enfermedades?
La industria alimentaria funciona por economía. Si tomamos en cuenta el costo de un pollo, si se aplicara todo lo que se dice no les convendría producir porque el precio sería otro, mucho más alto. No digo que no les aplican nada, pero no es tan así como se dice en estos momentos. Aunque todo eso no es lo que nos lleva a este tipo de enfermedades. Tampoco digo que no pueda pasar nada, que no tenga efectos, porque siempre nos sorprendemos, pero este tipo de enfermedades puede propagarse o desarrollarse más por el hacinamiento animal, y en algunos países, lamentablemente, vemos cómo lo practican. Incluso los humanos que trabajan con esos animales tampoco están adecuadamente protegidos, y eso también lleva a peligros. No así la aplicación de diferentes sustancias, que no la veo como un factor de riesgo para esto en particular.

Dentro de los discursos que circulan en estas coyunturas de crisis, más como una teoría conspirativa que como un planteo político, aparece la pregunta acerca de si es posible que estén desarrollándose bioarmas o que alguno de los brotes recientes tenga relación con este tema.
La idea de las bioarmas constituye un problema desde hace mucho tiempo. En primer lugar, se piensa que son algo fácil de hacer, pero no es así. Y sucede que a nivel ético eso está controlado, ya que todo lo que se investiga pasa por un Comité de Ética y en el caso de estar relacionado con una bioarma no se va a poder hacer y se cancela. Más allá de eso, no sabemos si algún país tiene algún programa para esos desarrollos. Pero alguien en un laboratorio controlado no lo puede hacer, y por dos razones: primero, que está prohibido, y segundo, porque no es algo simple. Además, un arma biológica es como un arma atómica, en el sentido de que no es algo que se pueda usar sin graves consecuencias.

¿La ciencia está preparada de otra manera para enfrentar este tipo de eventos como el que tuvo lugar con el COVID-19?
Para algo nuevo, muy difícilmente. Estamos listos para la tarea de investigación y el desarrollo de curas. Pero lo que no se sabe es qué puede aparecer. En ese sentido, este virus nos sorprendió. La gente está trabajando mucho en esto, y muy rápido. Por ejemplo, con una vacuna ya podríamos producir algo que se llama “inmunidad de manada”, que es lo que estamos proponiendo siempre para la influenza. Se propone vacunar a toda la población, pero esto en realidad no sucede. Lo que sí se logra son barreras mediante los grupos que sí se vacunan, así la enfermedad no se llega a propagar. Con este virus que nos agarró de sorpresa se podrá hacer esto mismo con una vacuna, y mientras tanto hay que ayudar a que no se extienda.

¿Hay algún escenario más probable que otro para el futuro de este virus?
Muchos virus que han causado este tipo de problemas, en un momento comenzaron a convivir con nosotros y luego no nos hicieron el mismo efecto. La llamada “fiebre española” de 1918 mató mucha gente y ahora circula sin mayor inconveniente. Nuestro problema es cuando nos cruzamos con un virus nuevo, porque el sistema inmune no lo vio antes y la virología tampoco, entonces, no podemos hacer mucho en el corto plazo. Es por eso que todos piden aplanar la curva de crecimiento, para darle tiempo al sistema de salud y darnos tiempo para encontrar una solución.

¿Pueden estallar pandemias de modo recurrente en nuestro planeta?
Cada tanto algunos virus llegan muy lejos. Este virus en particular nos sorprendió con el alcance que tuvo. La influenza, que arrancó en México, se frenó muy rápido. Estos eventos pasan y van a seguir pasando. Lo que me parece es que la gente tiene que tomar conciencia de que no es un juego, que siempre hay población en riesgo y que todos pueden colaborar con la situación. Es mejor aprender el comportamiento adecuado para las pandemias de una vez, porque no va a ser el último virus que aparezca.

Fuente: Argentina Investiga